Se podría decir que jugábamos el tercer y cuarto puesto de plata con Alcalá, pero en realidad la sensación era de que jugábamos algo más importante. Jugábamos contra nosotros mismos. Era un final de temporada no deseado, y jugábamos contra nuestros miedos, nuestras imprecisiones, nuestras desilusiones incluso. Y Alcalá nos lo iba a poner difícil, lo sabíamos, o queríamos saberlo. Y empatamos.
Empezamos el sábado en un día muy desapacible de frío y viento donde fuimos estupendamente recibidos por nuestros anfitriones.
Pese, o gracias, según se mire, a comenzar con viento en contra nuestros dragones iniciaron el partido de forma preciosa. Enlazando fases de juego ofensivo que no dejaban a Alcalá apenas salir de su campo. Trabajábamos lo entrenado, conforme al plan de juego. Cada ataque avanzaba entre sus líneas con decisión. Y así transcurrieron los veinticinco primeros minutos de juego, donde posamos en su ensayo por dos veces. Pero Alcalá no iba a rendirse, y consiguió mantener la posesión u meternos en nuestro campo finalizando la primera parte, y terminando por errores propios y una elogiosa jugada rival, con ensayo posado casi bajo palos. 7-12 al descanso.
La intención era mantener la calma y retornar al juego del inicio, ahora con viento a favor. Pero la segunda parte no fue nuestra. Intercambiamos con ellos el balón, y no supimos salir de su presión. En una de sus buenas jugadas de touch-maul que tan bien entrenadas tienen consiguieron empatarnos el partido. A partir de ahí, hubo ocasiones para encontrar la victoria, pero desgraciadamente no se materializaron. Seguro que ellos también las tuvieron.
Y acabó el partido empatados a 12. Y empatados con nosotros mismos en nuestro particular partido.
Tras acudir a vestuarios, tocaba el desempate tirando a palos, y desgraciado final para este equipo y agraciado para Alcalá, que no falló.
Cerramos la temporada en un octava posición madrileña.
Todos pensamos que no refleja el potencial de este EQUIPO. Que pese a la enorme dificultad, ha transitado la temporada en la primera división madrileña, dando muestras de lo mejor (con lo que nos quedaremos siempre) y de lo “menos bueno”, pero que siempre se esforzó en corregir.
Nos queda Valladolid, y trabajaremos para que salga lo mejor. Y el seven, con buenas impresiones y expectativas.
Pero sobre todo, nos queda, por encima del sabor agridulce de la temporada, un equipazo de amigos, una temporada de risas (y broncas), de aprendizaje, y de orgullo de luchar por los nuestros y por el dragón que nos une.
Claro que pudo ser mejor, pero no cambio por nada a este equipo, a estos chicos y chicas que se cuidaron entre sí y lucharon juntos hasta el último tiro a palos.
PD.: Gracias especiales a una gran capitana, Irene, por su tesón, esfuerzo y por sus imborrables palabras de cariño. Gracias por ser tan buena persona.
VAMOS XV!!
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